Es que uno nunca sabe, mijo

Ya lo decidí: el dia que muera no quiero ser enterrado.

No quiero que me velen, ni que me lloren, ni que al ataud me lo rocien con Aguardiente Doble Anís, Jack Daniels, Smirnoff ice, Gatorade, o cualquiera que sea mi bebida favorita del momento.

No quiero un velorio lleno de personas a quienes nunca les importé un sovereign cucumber en vida. No quiero que digan "ay qué bueno que fué" si antes nunca dijeron "ay qué bueno que es" (aunque les podría valer "ay qué bueno que está")

No quiero mariachis, ni parranda vallenata vallejarta, y mucho menos esa ultra-trillada canción de "Amigo" de Roberto Carlos que siempre cantan con desesperante desgano y para colmo nunca nadie se pone de acuerdo en qué tono empezarla; caso parecido al japi verdei criollo con que acostumbramos torturar los tímpanos de todos nuestros compañeros de oficina.

Atención: si algún dia usted se encuentra de frente con el papayaso de verme morir ya sea de muerte natural, de un bien merecido tiro al esternocleidomastoideo, espichado por un tren, partido por un rayo, succionado por algun sifón de piscina, por sobredosis de Viagra, o de haber sucumbido a las garras de alguna penosa enfermedad (no necesariamente) venérea, recuerde siempre estas sabias palabras:

Ni pu'el p#$% vaya a dejar que me entierren!!

Todo esto por qué? se preguntarán algunos de ustedes. Pues mis queridos, alguna vez un hombre muy inteligente y vástamente sabio dijo: "En la vida solo es segura la muerte, y por ahi de vez en cuando un mal polvito."

Y la verdad, la cuestión aquella de la muerte y el polvito me quedó sonando. Escuchen bien... quiero que me cremen. Quiero quedar hecho un polvito, no importa si bueno o malo. Una vez cremado, qué cuento de urna. Quiero que echen mis cenizas en una caja de arroz chino del restaurante Chino Marcos en Neiva (para irme con el sutil aroma a lagaña frita que toda la vida enamoró mis fosas nasales), y que después entre los amigos y familiares que quieran se vayan caminando hasta el monumento la Gaitana. Una vez allí, si a algun avispado se le ocurrió traer un iPod Nano o en su defecto una grabadora Clony de 8 pilas, haga el favor de prenderla y poner a sonar por última vez "Mariposa Tecknicolor" de Fito Paez, pero en su versión unplugged del disco Euforia, mientras la persona mas allegada a mí (posiblemente Sophie, si es que de aqui a allá aun no he podido cuadrarme a Katherine Zeta Jones) esparce mis cenizas lentamente sobre el rio Magdalena.

Y ya... cuando termine toda esa maricada váyase cada uno para su casita y la madre pa'l que llore. Mas bien búrlese, diviértase, cáguese de la risa con todas las huevonadas que recuerde de mi, con todas las ocurrencias que algún dia tuve y en las cuales usted salió involucrado (créame, si nos conocemos en persona, por lo menos debe haber una que nunca se le olvida).

Solo asi me iré feliz, listo para renacer como la ultima reencarnación del Dalai Lama.
.
.
.
.
.

(50 años después...)

.
.
.
.
.

"Si, gracias Diós. Lombriz de tierra realmente era mi segunda opción."