Nuestro paso por Roma fue mas bien fugaz. Solo dos dias y medio, de los cuales uno entero se fue en el Vaticano, aquella república minúscula dentro de la misma ciudad de Roma de la cual quisieron copiarse alguna vez los paisas.
Pero si han habido dos dias y medio sustanciosos, llenos de caldo y cremita en la historia de la humanidad, pues esos han tenido que ser los dos dias que estuvimos en la tierra de la pizza, los espaguettis a la putanesca, y la Cicciolina.
Despues de un viaje por tren desde Paris que duró mas de 13 horas, en el cual nos tocó compartir couchette con dos viejitas Francesas que no hablaban ni pito de Ingles ni pito de Español, y cuyos ronquidos se peleaban las ondas auditivas con el ruido de la locomotora, por fin llegamos a Roma; eso si, mamados, molidos, y con la sensacion de haber sido violados en cada tunel por un desconocido de bigotes falsos que, tras verse descubierto, solo atinaba a decir "Escuuuuusi" (si no entendió el chiste, por favor vease "Eurotrip")
Y eso no fue lo peor. En el momento en que abandonamos la estacion descubrimos que estaba lloviendo. A Cantaros. Y el hotel, que supuestamente estaba a una cuadra de la estacion, no aparecia por ningun lado. Todo mundo nos daba direcciones conflictivas, asi que decidi parar un taxi que, por 20 Euros, nos dio la vuelta entera por la ciudad para al final dejarnos, efectivamente, a una cuadra de donde estabamos. Veo que los Italianos no estan muy lejos de nosotros en materia de taxistas.
Finalmente llegamos al hotel, dejamos las maletas, y nos fuimos rumbo al Vaticano a ver si de pronto el papa me lograba exorcisar ese Morfeo que traia a cuestas. Nos montamos al metro mas asqueroso y destartalado del universo, y en menos de 10 minutos estabamos al extremo noroccidental de la ciudad, frente a una fortificacion amurallada con cara de haber salido en infinidad de postales.
Y me chequeo por todos lados, me pellizco, me digo "marica, estoy en el Vaticano!," pero la verdad es que no siento nada. Once años en colegio de curas fueron suficientes para acabar con toda mi fe.
Asi que procedemos a hacer las paradas obligatorias del lugar: la Basilica de San Pedro, desde donde el papa da misa los domingos, la tumba de Juan Pablo II y todos los demas papas que vinieron detras de el, el museo Vaticano, en donde esta la coleccion mas pomposa de la historia y que parece glorificar mas a los papas que al mismo catolicismo, y por ultimo la famosisima capilla Sixtina, con los techos pintados por Miguel Angel.
Finalizado el dia regresamos al hotel, en donde, por cosas del destino, terminaron dandonos la suite presidencial por un error de administracion...y nosotros bravos!
Luego salimos a caminar un rato por los alrededores del hotel y terminamos comiendonos la que hasta ahora ha sido, sin lugar a dudas, la mejor pizza de nuestras vidas. Y que diferencia con la pizza de aqui! La pasta es mas bien como una hojaldra, delgadita, tostadita, sin nada de esa asquerosa salsa de tomate que le echan estos gringos desabridos.
El segundo dia nos levantamos temprano a visitar el Coliseo Romano, famoso anfiteatro en donde se llevaban a cabo las batalles entre Gladiadores. Ahi, en medio de las escaleras del palco superior, nos encontramos a nadie mas ni nadie menos que las dos viejitas que iban con nosotros en el tren. Ayayay... de una se me vinieron a la cabeza esas largas 13 horas de sueño fallido al son de la sinfonica gutural de Paris.
Acto seguido continuamos recorriendo el foro Romano, y de ahi cogimos camino hacia la Piazza Venezia, Piazza di Spagna, el Panteon Romano, y por ultimo la fuente Trevi, en donde la tradicion dicta que si se quiere regresar algun dia a Roma, toca echar unos cuantos centavos de Euro en sus aguas (y recogen mas de 3.000 al dia entre las ingenuas donaciones de nosotros los turistas).
El tercer y ultimo dia solo estuvimos unas cuantas horas en Roma, pues el tren que nos llevaria a Pisa Centrale salia a las 10 de la mañana. Antes de poder decir "arrivederci bella" nos pegamos una pasadita por la basilica de San Pedro en cadenas para ver el Moises de Miguel Angel, y las cadenas que tuvieron amarrado a San Pedro cuando estuvo preso en Jerusalen.
Y ahora si... arrivederci bella Roma, pero no sin antes ver las
FOTOS que tomamos en el trayecto.
Proxima Edicion: PISA
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