En una tarde de efervescencia y calor, de esas que suelen suceder a menudo en los alrededores de mi ciudad natal, llegó Felipe de vuelta por mi casa tras varios meses de haber decidido largarse a estudiar electrónica a Bogotá. En sus manos traía lo que parecía ser un avión miniatura, el cual recientemente habia diseñado en su tiempo libre y se notaba por encima que no podía ser barato ni había sido construido a la ligera. Todo, desde la pintura de su fuselaje hasta los pliegues de las alas habian sido diseñados con el mas minucioso de los detalles en pos de proveer a su dueño (y por ende a sus amigotes) incontables momentos de diversion aeronáutica.
A falta de control remoto, el avión habia sido dotado de un envidiable motor de propulsión con complejo de boomerang. Solo era cuestión de prenderlo, tomar impulso unos pocos pasos y lanzarlo al aire para que la navecilla aquella tomara vuelo por su cuenta durante varios minutos, tras los cuales daba media vuelta y regresaba aterradoramente cerca de su lugar de despegue. Era toda una maravilla para una partida de chinos de 15 o 16 años cuyas experiencias de pilotaje se limitaban a volar aviones de papel durante el cambio de clase en el colegio.
Fué asi que decidimos irnos todos esa tarde al cerro mas cercano para poner a prueba el complejo aparato. El primero en probarlo fue obviamente el mismísimo Felipe. Avion en mano, el creador de la goma del momento respiró profundo, miró al horizonte, y corrió tal vez unos cinco metros hasta soltar de sus manos la nave, la cual lentamente comenzó a tomar altura mientras todos los allí presentes soltamos unísonos "ohhhhhhh"s y "ahhhhhh"s de verdadero asombro. El avión se alejó en una linea recta que poco a poco fué tomando forma de curva hasta caer, como era de esperarse, a pocos metros del lugar de donde fué lanzado.
- Qué chimba marica!! yo quiero, yo quiero!!
- Pere, pere que vamos por turnos.
Y el avión fue volado nuevamente de mano en mano por todos los demas integrantes del parche, siempre haciendo su triunfal entrada de retorno a manos de sus lanzadores. Hasta que finalmente, en un graso craso error del destino, me tocó el turno.
Concentrado, concentrado papá que esto no es difícil. Solo es correr unos pasos y soltarlo con algo de fuerza. Aunque me pregunto... qué tanta fuerza? Será que si no aplico la necesaria se me va de jeta al piso? Noooo, no queremos que eso pase.
Así que efectivamente salí corriendo con el avioncillo firmemmente sujetado entre el anular y el pulgar, y al lanzarlo sentí un leve, muy leve, pero levísimo "crack." Resulta que lo lancé con tanta fuerza que uno de mis dedos alcanzo a perforar el cuerpo del avión al momento de lanzarlo.
Mas sin embargo el avión tomó vuelo. Y vaya vuelo! Todos gritaron contentos "eeeeh que chimba! miren como vuela!!" mientras el motor rugía cada vez más distante. Emocionados corrimos detras del avión para ver mas de cerca su vuelo, pero hubo un punto en que... como decir esto... comenzamos a notar que algo raro estaba pasando.
Normalmente el avión daba la vuelta despues de aproximadamente un par de minutos, pero en este caso pasaron 4, 5, tal vez 6... y el berraco avión nada que daba la media vuelta. Finalmente el "brrrrrrrrr" del motor dejó de escucharse para perderse en medio de la brisa, y la silueta de aquel aparato se fué convirtiendo poco a poco en un ínfimo puntico que eventualmente desapareció en el lejano horizonte por allá detras del Caguán, mientras Felipe corría despavorido a lo largo del cerro gritando como un loco "jueputa mi aviooooooooon!!" Yo también corria haciendo el amague de estar preocupado mientras trataba de explicarle que no tenia la menor idea de porque el avión decidio no volver, aunque muy en el fondo SI sabia porque era.
Lo mas bacano de todo: Felipe no se emputó. Eso si me echó mas de un indirectazo el resto de la tarde, pero por lo menos no me cobró el avion ni me dejó de hablar. Hoy en dia seguimos siendo excelentes amigos, y el tema solo ha salido al aire como anécdota graciosa en las conversaciones despues de un par de traguitos.
La moraleja del cuento: mis queridos, cuando alguien te perdona que en dos segundos le botes un avion que le tomó meses construir... sabes que has encontrado un amigo de verdad.
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