martes, 15 de junio de 2010

Se cagaron (y no fue de la risa)

Mis ultimos dos años de bachillerato en el Colegio Salesiano de Neiva estuvieron marcados, nada sorpresivamente para un adolescente criado en gran parte por su abuela materna, por una constante busqueda de identidad personal que no parecia vislumbrarse por ningun lado. Mientras los nerdos, vagos, hijos de papi, mariquitas de closet, bullies (si, ROLO malparido, de vos es que me acuerdo cada vez que digo esa palabra), emos, y metaleros de aquel decimo grado tenian su rosca muy bien definida, yo aun no sabia a quien diablos pegarmele. Eso fue, hasta que descubri que no era el unico desadaptado de la epoca, y entre Molano, Castillo, Ordonez, Molina y yo formamos el grupo de los... los tipos que no tenian ni puta idea a que grupo pertenecer, pero que ya por definicion hacian parte de un grupo.

En verdad, no habia nada que nos hiciera sobresalir entre los demas grupos. No eramos ni los mas estudiosos, ni los mas vagos, ni los mas rumberos o populares con las viejas (al contrario, leeeejos de eso), ni los mejores futbolistas (alguien se acuerda del 25-0 contra los boy scouts de 1102? Si, ese fue mi ultimo dia como arquero del salon). Nosotros sencillamente ERAMOS.

Pero aun en mi memoria permanece fresco el dia en que se nos ocurrio la inmortal idea que sellaria nuestros lazos de amistad por siempre, el dia en que hicimos nuestro pacto de sangre (o en este caso, de gas).

Asistiriamos a la premier de aquella asquerosa pelicula yankee llamada "Last Action Hero" con la que (mi ahora gobernador) Arnold Schwarzenegger pretendia regresar a sus dias de gloria tras el arrollador exito de Terminator II algunos años atras. Pero no iriamos solos, no señor. Uno de nosotros llevaria encaletado en uno de sus bolsillos un vivo y muy oloroso ejemplar de pedo quimico con el fin de amenizar el evento.

Fue asi que, una vez ubicados nuestros puestos en la mitad del teatro, Molina (a quien de cariño le deciamos "Chucky" por su gran parecido con el muñequito diabolico) destapo cuidadosamente la botella (que era del tamaño de una de esas muestras gratis de perfume que regalan en Guess con la compra de cualquier calzoncillo) y la acerco con mucho disimulo al cuello de los que estaban sentados en la fila de adelante.

- Hmmmm... pero estan cagaos alla atras!

y nosotros JUAJUAJUAA! noooo marica, esto es lo mas gracioso del mundo, jejejeje somos los reyes del chiste!

Ahora el turno fue de Castillo.

- Ole pero que desayunaron, frijoles con lechera? Cochinos malparidos, larguense!!

y JUAJUAJUAJUA otra vez que no podiamos de la risa mientras en vano haciamos señas para sugerir que no eramos nosotros los causantes de aquel "Faux Peu."

Fue entonces cuando perdimos el control del asunto. Molano dijo YO, Ordonez dijo YO, y pues yo... dije... yo. Y si señor que entre los tres le mandamos mano a la botellita en medio de aquel teatro que de por si, ya estaba bastante oscuro. El problema fue que todos nos quedamos con las manos vacias, y mientras nuestro cerebro aun se negaba a procesar el desastre venidero, proveniente de nuestros pies se escucho un pequeño "prip" producto del cristal rompiendose contra el suelo.



Todos nos miramos fijamente sin poder pronunciar palabra, y antes de que los vapores de P2O2 comenzaran a subir lentamente por entre los espaldares de las sillas aledañas, nos levantamos muy disimuladamente con el unico objetivo de darnos a la fuga y evitar una obvia linchada mientras la demas gente del teatro nos miraba sin entender, ignorantes aun de su muy negro y nasalmente ofensivo destino.

Cuando llegamos al baño del teatro estallamos en carcajadas que no pararon en aproximadamente media hora mientras nos preguntabamos que carajos paso? quien solto el pedo quimico? a donde diablos fue a parar? y mas importante aun, si con solo destapar la botellita unos segundos era suficiente para vomitarse del asco, que pasaria al haberse reventado la botella entera en un cuarto encerrado y oscuro?

La respuesta la obtuvimos cuando finalmente nos armamos de valor y decidimos entrar de nuevo a la sala de cine. Un peladero humano de 10 metros a la redonda del area del siniestro nos recibio entre las frias miradas de los pocos cinefilos que quedaban, muchos de los cuales estoy seguro debian estar en la etapa IV de alguna peste bien brava para no oler semejante embutido. Cuando nos sentamos en nuestras respectivas sillas a disfrutar del espectaculo deplorable que acababamos de ofrecer, supimos que ya no eramos mas un grupo de desadaptados sin rumbo en el colegio. Habiamos descubierto nuestro sentido de ser, y ese sentido era el de ponernos de ruana y mamarle gallo a todo, absolutamente todo en esta jijuepuerca vida.

... Y 15 años despues, me encuentro escribiendo mis ideas inaportantes en un blog de corte ultra-importaculista. Diganme si eso no es progreso!!

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